“Cuéstame trabajo creer que en los tiempos actuales se tenga por buena dicha ceñir una corona, y por terrible desgracia perderla. Si así piensa doña Isabel, quisiera mi corazón tener una corona para ofrecerla a su pies, pero mi conciencia me dice que la corona de España debe ceñir la frente de don Carlos. Y esto por dos razones: primera, porque es el verdadero representante de la Monarquía cristiana, única que puede dar a España días de paz y de justicia: segunda, porque él es el llamado por la ley fundamental vigente a la muerte de Fernando VII, para ocupar el trono de Felipe V”.
Aparisi y Guijarro, en “El Rey de España”.
Cuando partiste a la guerra
desconsolada quedé,
rogando a la Virgen Santa
que a mí te torne bien.
Mas, no pido que del triunfo
ciñas glorioso laurel,
si no ha de dar la victoria
nuevo lustre a nuestra FE.
S. M. Doña Margarita de Borbón Parma, fragmento de una carta a su augusto esposo, Carlos VII, en los días de la tercera guerra carlista.
El primer Magistrado, ese bizarro general, ese católico ferviente, ese rey de veras ni puede ser otro que el augusto desterrado de Venecia, el señor Duque de Madrid.
Manuel Polo y Peyrolón, “Biblioteca Popular Carlista”, tomo V, página 6.
Mañana abandonaré el palacio de Loredán. Marcho penetrado una vez más de esta verdad: de que don Carlos es como sus abuelos, EL REY DE LOS CABALLEROS Y EL CABALLERO DE LOS REYES.
Aparisi y Guijarro, en “El Rey de España”.
Cuando partiste a la guerra
desconsolada quedé,
rogando a la Virgen Santa
que a mí te torne bien.
Mas, no pido que del triunfo
ciñas glorioso laurel,
si no ha de dar la victoria
nuevo lustre a nuestra FE.
S. M. Doña Margarita de Borbón Parma, fragmento de una carta a su augusto esposo, Carlos VII, en los días de la tercera guerra carlista.
El primer Magistrado, ese bizarro general, ese católico ferviente, ese rey de veras ni puede ser otro que el augusto desterrado de Venecia, el señor Duque de Madrid.
Manuel Polo y Peyrolón, “Biblioteca Popular Carlista”, tomo V, página 6.
Mañana abandonaré el palacio de Loredán. Marcho penetrado una vez más de esta verdad: de que don Carlos es como sus abuelos, EL REY DE LOS CABALLEROS Y EL CABALLERO DE LOS REYES.
El príncipe de Valori, “Los dos Reyes”. Enero de 1888.
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