Continuando con nuestro pequeño homenaje a la figura del inigualable don Manuel José Fal Conde, hemos hallado en nuestro archivo varios testimonios de homenajes anteriores, uno de ellos, consistente en una Santa Misa y la publicación de la esquela en el boletín regional. Hace unos días, en nuestro foro "Debate Carlista", surgió una discusión sobre el carlismo en la ciudad de Granada y he aquí una pequeña muestra de lo que hacían no hace tanto tiempo; estamos hablando de 1979.
¡Dios nos guie e ilumine para traer almas a la Causa Carlista!
En estos y otros menesteres estábamos el equipo de trabajo que transcribe los diferentes documentos que publicamos en este Blog, cuando llegó a nuestras manos una foto extraordinaria.
A raíz de la reciente polémica por la que los miembros y "miemvras" del "Hajuntamiento" de la Ilustre Sevilla se les ha metido en sus cavernícolas cabezas la idea de quitar del callejero de Sevilla el nombre de nuestro don Manuel José Fal Conde, hemos descubierto en un libro la fotografía posterior a la jura de los fueros de Catalunya por nuestro Rey don Javier I.
A raíz de la reciente polémica por la que los miembros y "miemvras" del "Hajuntamiento" de la Ilustre Sevilla se les ha metido en sus cavernícolas cabezas la idea de quitar del callejero de Sevilla el nombre de nuestro don Manuel José Fal Conde, hemos descubierto en un libro la fotografía posterior a la jura de los fueros de Catalunya por nuestro Rey don Javier I.
A más de un franquista, a más de un nacionalista catalán, a más de una docena de los actuales monjes de Montserrat y a los regidores del "Hajuntamiento" de la muy Noble y muy Leal Sevilla, les daría un síncope al ver a S. M. don Javier I y a con Manuel Fal Conde, acompañados de notables carlistas con el "complicado" y "mediático" Abad Escarré. Que le pregunten a Jordi Pujol y a los de CCOO de los años 70.
Si los regidores sevillanos tuvieran un poquito de cultura y mucha menos mala leche y si fueran o fuesen menos sectarios, advertirían aquí mismo que nuestro insigne don Manuel tenía poco de franquista. Si fueran más allá aún descubrirían más cosas, como por ejemplo su Nobleza y su sencillez. Pero eso es pedirle demasiado a estos politicastros. He aquí un intento franquista de asignar una "escolta" a don Manuel Fal Conde por temor a un posible atentado, cuando en realidad se trataba de poner un chivato cerca de nuesto Delegado Real. Dice el informe del alto funcionario:
"Sevilla. (Copia de una carta en la que se ind¡dican opiniones y propósitos del Señor Fal Conde). Cumpliendo las órdenes que me fueron dadas por el Ministro y por Ud., llamé a mi llegada a D. Manuel Fal Conde, el que acudió a mi despacho y le hice saber el deseo del Sr. Ministro y suyo ante la insistencia de las noticias que se recogían sobre un posible atentado, de tomar cuantas medidas fueran necesarias para protegerlo (seguramente para encarcelarlo (nota del transcriptor)), pero como lo esencial era la protección inmediata, deseaba conocer por mi parte su parecer a fin de que el servicio resultase lo menos molesto posible. Este hombre reaccionó rápidamente extendiéndose en largas consideraciones sobre la carencia de fundamento de tales noticias, insistiendo en que no ebían de ser tomadas en serio y que, desde luego, rechazaba la tal protección por estimarla innecesaria. Le hice ver la responsabilidad en que yo incurría si no cumplía las órdenes que había recibido de la Superioridad y por mano del diablo a él le ocurría cualquier cosa; entonces me respondió que si el asunto era por establecerle vigilancia sobre sus actividades, no tenía nada que oponer, pero si en realidad era por protegerlo, me rogaba que no tomase medida algua hasta que él le escribiera al Ministro; en su visita he suspendido todo, rogándole pregunte al Ministro si ha recibido carta de dicho Sr. y en tal caso lo que procediera hacer.
Sí me rogó el Sr. Fal Conde que le resultaría más grato el que yo designara un funcionario de confianza que tuviera categoría y responsabilidad suficiente para poder tratar asuntos tan delicados, para que él pudiera a través el mismo darme a conocer lo que se estimara de interés en relación con lo tratado y sobre otras cuestiones que él o yo estimáramos conveniente comunicarnos con la discreción necesaria; nada he hecho hasta no conocer su opinión.
Después este hombre se extendió en apreciaciones de carácter político que yo le dejé hacer libremente con objeto de recoger lo que fuera de interés.
En su conversación se mostró como muy enterado del proceso político Nacional y de su larga peroración, como lo más saliente, dijo conocer el estado de opinión del Ejército, el cual -según decía- no se encuentra conforme con la actual situación de predominio falangista, considerando fracasados a sus hombres, si bien se debatían entre su repulsa y el temor a la salida de la situación.
Que consideraba muerto políticamente al Sr. S. S. (Serrano Suñer, lógicamente) y que ahora se volvía a una nueva experiencia con el Sr. Arrese al que reconocía buena voluntad, si bien habrá de desprenderse del lastre que constituyen las personas afectas al primero, enquistadas en todas las partes; puso de ejemplo la inocuidad política, perjudicial a los intereses del Gobierno, la personalidad del Sr. Rivas y se extendió en la exposición de la generosidad del carlismo; que no discute la obediencia absoluta al Caudillo que algo impersonal por su constitución interna, si bien él, como representante del "Príncipe" personaliza la Jefatura del mismo condicionada a unas normas preestablecidas y que tienen una concepción integral de españolismo sin sometimientos a tutelas extranjeras. Con respecto a este último punto, se quejó del comportamiento de los italianos que después de pactar con él no habían obrado con la reciprocidad debida, censuró al Sr. S. S. por haberse convertido en instrumento ciego de los alemanes y manifestó que, a pesar de todo, admiraba la actuación diplomática del Caudillo con el que estaba identificado a este respecto. Concretó su posición en el sentido de qeu el Caudillo contaría con el respeto y adhesión del carlismo, la política internacional -ya que de fronteras allá todos teníamos que ser unos- y la elección de momento en que habría de implantarse la Regencia. En este momento es en el que el carismo y la falange, según el generoso criterio de aquel, debían desaparecer juntos, única solución que estimaba viable para llegar a constituir un instrumento político auténtico y ampliamente nacional.
Esto es en esencia, mi Coronel, lo que este Sr. me expuso en el transcurso de dos horas de conversación. No sé si cometo alguna inexactitud porque la fluidez verbal de dicho Sr. es inagotable y de exprofeso no la corté para recoger lo que hubiera de interés informativo".
DON MANUEL FAL CONDE, JAMÁS RENEGÓ DE SUS IDEALES SUFRIENDO POR ELLO CARCEL, DESTIERRO, SEGUIMIENTOS Y VIGILANCIA PERMANENTES POR PARTE DEL REGIMEN, DETENTANDO EL CARGO DE JEFE DELEGADO MANTUVO A LOS CARLISTAS DONDE TENÍAN QUE ESTAR EN DIOS, PATRIA, FUEROS Y REY LEGÍTIMO.
"Sevilla. (Copia de una carta en la que se ind¡dican opiniones y propósitos del Señor Fal Conde). Cumpliendo las órdenes que me fueron dadas por el Ministro y por Ud., llamé a mi llegada a D. Manuel Fal Conde, el que acudió a mi despacho y le hice saber el deseo del Sr. Ministro y suyo ante la insistencia de las noticias que se recogían sobre un posible atentado, de tomar cuantas medidas fueran necesarias para protegerlo (seguramente para encarcelarlo (nota del transcriptor)), pero como lo esencial era la protección inmediata, deseaba conocer por mi parte su parecer a fin de que el servicio resultase lo menos molesto posible. Este hombre reaccionó rápidamente extendiéndose en largas consideraciones sobre la carencia de fundamento de tales noticias, insistiendo en que no ebían de ser tomadas en serio y que, desde luego, rechazaba la tal protección por estimarla innecesaria. Le hice ver la responsabilidad en que yo incurría si no cumplía las órdenes que había recibido de la Superioridad y por mano del diablo a él le ocurría cualquier cosa; entonces me respondió que si el asunto era por establecerle vigilancia sobre sus actividades, no tenía nada que oponer, pero si en realidad era por protegerlo, me rogaba que no tomase medida algua hasta que él le escribiera al Ministro; en su visita he suspendido todo, rogándole pregunte al Ministro si ha recibido carta de dicho Sr. y en tal caso lo que procediera hacer.
Sí me rogó el Sr. Fal Conde que le resultaría más grato el que yo designara un funcionario de confianza que tuviera categoría y responsabilidad suficiente para poder tratar asuntos tan delicados, para que él pudiera a través el mismo darme a conocer lo que se estimara de interés en relación con lo tratado y sobre otras cuestiones que él o yo estimáramos conveniente comunicarnos con la discreción necesaria; nada he hecho hasta no conocer su opinión.
Después este hombre se extendió en apreciaciones de carácter político que yo le dejé hacer libremente con objeto de recoger lo que fuera de interés.
En su conversación se mostró como muy enterado del proceso político Nacional y de su larga peroración, como lo más saliente, dijo conocer el estado de opinión del Ejército, el cual -según decía- no se encuentra conforme con la actual situación de predominio falangista, considerando fracasados a sus hombres, si bien se debatían entre su repulsa y el temor a la salida de la situación.
Que consideraba muerto políticamente al Sr. S. S. (Serrano Suñer, lógicamente) y que ahora se volvía a una nueva experiencia con el Sr. Arrese al que reconocía buena voluntad, si bien habrá de desprenderse del lastre que constituyen las personas afectas al primero, enquistadas en todas las partes; puso de ejemplo la inocuidad política, perjudicial a los intereses del Gobierno, la personalidad del Sr. Rivas y se extendió en la exposición de la generosidad del carlismo; que no discute la obediencia absoluta al Caudillo que algo impersonal por su constitución interna, si bien él, como representante del "Príncipe" personaliza la Jefatura del mismo condicionada a unas normas preestablecidas y que tienen una concepción integral de españolismo sin sometimientos a tutelas extranjeras. Con respecto a este último punto, se quejó del comportamiento de los italianos que después de pactar con él no habían obrado con la reciprocidad debida, censuró al Sr. S. S. por haberse convertido en instrumento ciego de los alemanes y manifestó que, a pesar de todo, admiraba la actuación diplomática del Caudillo con el que estaba identificado a este respecto. Concretó su posición en el sentido de qeu el Caudillo contaría con el respeto y adhesión del carlismo, la política internacional -ya que de fronteras allá todos teníamos que ser unos- y la elección de momento en que habría de implantarse la Regencia. En este momento es en el que el carismo y la falange, según el generoso criterio de aquel, debían desaparecer juntos, única solución que estimaba viable para llegar a constituir un instrumento político auténtico y ampliamente nacional.
Esto es en esencia, mi Coronel, lo que este Sr. me expuso en el transcurso de dos horas de conversación. No sé si cometo alguna inexactitud porque la fluidez verbal de dicho Sr. es inagotable y de exprofeso no la corté para recoger lo que hubiera de interés informativo".
DON MANUEL FAL CONDE, JAMÁS RENEGÓ DE SUS IDEALES SUFRIENDO POR ELLO CARCEL, DESTIERRO, SEGUIMIENTOS Y VIGILANCIA PERMANENTES POR PARTE DEL REGIMEN, DETENTANDO EL CARGO DE JEFE DELEGADO MANTUVO A LOS CARLISTAS DONDE TENÍAN QUE ESTAR EN DIOS, PATRIA, FUEROS Y REY LEGÍTIMO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario