martes, 8 de mayo de 2007

HOMENAJE A MI HIJA ANNA

A ver como empiezo. No sé si redactarle una carta o explicar su vida. . . . .
Anna es nuestra segunda hija. Carles nació en agosto de 1997 y pronto quisimos darle otro hermano, pero Anna nació cuando Carles tenía 7 años y medio. El hombre propone y Dios dispone.
Anna nació el 23/02/05 a las 13:00 horas, después de un embarazo sin demasiadas complicaciones y siguiendo todos los controles que para estos casos existen. No soy de lágrima fácil, pero en el momento de su nacimiento lloré de alegría y emoción, sin que me importara para nada la presencia del personal sanitario. Anna era una guapísima morena que pesó tres kilos y medio y medía cincuenta y un centímetros de altura.
A los pocos minutos de nacer tuvieron que ponerla en una incubadora porque los médicos detectaron algo anómalo. A las cinco de la tarde una ambulancia con equipamiento UVI la trasladó hasta el hospital de Sant Joan de Déu de Barcelona. Carles llegó al hospital cuando se llevaban a su hermana y no pudo verla ¿se imaginan Vds. la cara de desilusión del niño que tanto esperaba a su hermanita? A mi me partió el alma.
Confieso que había caído en una tremenda desesperación, pero teníamos que hacer lo posible para animar a mi esposa y a esa labor me consagré. A las seis de la tarde partí hacia Barcelona rogando a Dios para que el primer diagnóstico de los médicos no fuera a más. En principio creyeron que era un soplo en el corazón y parecía que se hacía alguna luz al final de un corto túnel. Era miércoles y además había un partido de fútbol muy importante, las entradas a Barcelona estaban colapsadas. Tras casi dos horas de tráfico y atascos llegué a Barcelona acompañado por mis amigos (mis hermanos) Mar y Eduardo. Nos indicaron el camino a la UCI de neonataología y ante una puerta cerrada se esperaban y desesperaban un grupo de padres que aguardaban la hora de visita. Fernando, al que más adelante conocí, me vió perdido y desesperado y supo decir: "Llama al timbre y te dejarán pasar". Así lo hice, Mar y yo nos pusimos la bata y entramos mientras su esposo Eduardo se quedaba en la antesala de la UCI. Cuando vi a Anna en la cunita, con tubos, sondas y cables por todo su pequeño cuerpo, se hundió el mundo y allí estuvo el hombro de Mar para evitar que el derrumbe arrastrara más cosas que lágrimas ardientes como la lava.
Poco más que contar de ese día. Informes de posibles diagnósticos, posibilidades de actuación y sobre todo ........... tiempo, un enemigo feroz e implacable. Tiempo ...... un espacio indefinido que jamás se agota, algo inane e indescifrable que corroe lentamente. Regreso a casa, al hospital con mi esposa y ......... ¡hay que hacer lo posible por animarla! Mal dormimos ambos esa noche en el hospital. A primera hora del día siguiente vuelvo a Barcelona, donde le están haciendo pruebas.
Hago de nuevo los 90 kilómetros de regreso al hospital, a mi esposa le dan el alta a las dos de la tarde, 25 horas depués de haber dado a luz. Cansada, agotada, destrozada, desesperanzada ....
A las seis de la tarde ya estamos otra vez en Barcelona para la visita de esa hora. Gracias al Cielo, a partir de las doce de la mañana, nos dejaban entrar cada tres horas para pasar una con nuestros hijos. Al ver a Anna, mi esposa necesita tomar asiento y es asistida por el personal médico, siéndole administrada diversa medicación para la ansiedad, el dolor, etc.
Esa noche no dormimos ninguno de los dos y el viernes nos dan el diagnóstico de Anna: Le falta una válvula en el corazón entre aurícula y ventriloco. Las arterias aorta y pulmonar son excesivamente grandes y ésta última ha presionado los bronquios durante toda la gestación, con lo cual tiene serios problemas para respirar por ella misma. También padece el síndrome de "Di George" (resumiendo, su organismo era incapaz de crear defensas). Nos hundimos aún más. Era necesario operarla al cabo de unos dñias, pero sin ninguna garantía de que superara la intervención. Tenían que abrir su pecho, conectarla a una máquina, sacar su corazoncito y repararlo, reducir las arterias y volver a hacer funcionar ese corazón.

Todos nos decían que se moriría hasta que un doctor colombiano, Freddy, nos cogió a ambos y nos preguntó "¿Por qué tiene que morirse? Eso lo hacemos aquí muy amenudo y operaciones más importantes, también ¡Tienen que animarse!" Pasamos ese fin de semana como podemos y al miércoles siguiente, a la semana de nacer, Anna fue intervenida durante cinco eternas horas por las santas manos del doctor Caffarena, director de cirugía cardiovascular del Hospital de Sant Joan de Déu i del Hospital de la Fe de Valencia ¡Bendito seas doctor Caffarena! Beso tus manos y soy tu deudor para lo que haga falta durante el resto de mis días ¡Santo Dios! ¡Que gran hombre y que gran médico!
Las siguientes cuarenta y ocho horas son críticas, pero optimistas y efectivamente Anna superó esa tremenda operación.
Pasan los días, las semanas y a diario asistimos a las visitas del hospital. Recibimos el apoyo, el cariño, el respeto y la compañía de cientos de personas a las que nunca sabremos como agradecerles todo lo que tan desprendidamente nos dieron.
A medida que Anna se recupera ¡Carles ya puede visitar y conocer a su hermanita! Y casi cada fin de semana va a verla, a estar con ella, hablarle, contarle cosas y cantarle. Y por fin la madre puede tener a su hija en los brazos, e incluso bañarla mientras una enfermera sostiene los tubos y cables a los que está conectada ¡Que importante y necesario es para unos padres abrazar a su hija contra el pecho y susurrarle canciones y pensamientos al oído!
Bauticé a Anna al segundo día de nacer. Compré una botella pequeña de agua y la bauticé en su cuna en el NOMBRE DE PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. Días más tarde, una monja del servicio religioso del Hospital nos la bautizó, puesto el titular estaba ausente ¡El bautizo más bonito de mi vida! Con mucho cariño, con mucho sentimiento y sin ningún tipo de boato ¡QUÉ BONITO!
Con el tiempo compartimos tragedias y alegrías con otros padres y niños en la UCI, veíamos pasar los días y muchos niños eran dados de alta, mientra Anna permanecía allí con sus problemas respiratorios y su falta de defensas. Trabamos amistad con el personal médico, con las enfermeras, con personas anónimas a los que unía el dolor, la esperanza y la desesperanza a un tiempo.
A mediados de Abril trasladaron a Anna de la UCI de neonatología a la UCI de pediatría. el titular de la unidad, Martí estuvo batallando y luchando con la misma entrega que el personal de la otra dependencia: Julio, Thais, Ana, Carme, Margarita ........ En UCI pediátrica nos asignaron a Encarna y a Juan Carlos como enfermeros de Anna. Resulta imposible decir lo mucho que les debemos y les queremos. Margarita, una enfermera con treinta años de experiencia iba a visitar a Anna cada día durante sus ratos de descanso. Pasaba de una UCI a otra, en vez de tomarse un café o desconectar de la tensión emocional que estos grandes profesionales sufren a diario en un trabajo tan nobilísimo, pero tan duro como el suyo.

La tercera semana de Abril le practican a Anna una traqueoctomía para facilitarle la ventilación aérea. Martí, el responsable de UCI, está entregado en cuerpo y alma a su vocación, a su trabajo y no cesa en consultar como se puede solucionar el problema de los bronquios de Anna. Contacta con hospitales de todo el mundo y nos da varias opciones, pero ninguna "segura".
El sábado 7 demayo, cuando mi esposa llega a la visita de la UCI, Anna ha tenido una crisis cardio respiratoria en la madrugada del viernes al sábado y esta completamente anestesiada y en estado grave. Me llama a casa. Dejo a nuestro hijo con mis suegros y vuelo en dirección a Barcelona.
Sábado y domingo, los equipos médicos luchan sin descanso contra la despiadada muerte que viene a robarnos a un Ángel. Anna está anestesiada y connectada a diversas máquinas, le administran curare para que todos sus músculos esten relajados y pueda ventilar correctamente. Regresamos a casa de nuevo con la desesperanza y el dolor a flor de piel. Vuelven los pensamientos sombríos y regresa el recuerdo de los sueños. Tenemos la sensación de caer al vacío por un precipicio con muchos salientes y ramas en sus paredes, pero cada vez que logramos asirnos a una rama o plantar los pies en un saliente, estos se deshacen entre nuestras manos. Deseperación y ansiedad.
Mi esposa toma un par de "diazepan" para descansar mientras yo me quedo ante el frío ordenador sin saber que hacer o que teclear, sin soltar el teléfono móvil. Fumo algún cigarrillo en la galería, vuelvo al ordenador y suena el móvil.
El doctor Cervera nos llama para rogarnos que volvamos al hospital. Anna ha fallecido. Se la ha llevado algo tan simple como una infección en orina y en sangre, pero su cuerpo no podía crear defensas y ................ Era la una y cuarenta minutos del día 9 de mayo de 2005.
La estrechamos en nuestros brazos por última vez y nos abrazamos los tres entre lágrimas y dolor, dolor, dolor ................... Recibimos el cariño y el respeto de la doctora Agut, nuestra gran Thais, una bellísima persona y una profesional como la copa de un pino.
A la mañana siguiente comunicamos a la familia, amigos, trabajo la triste noticia. Lo más difícil era decírselo a Carles y se lo dijimos de la manera más sencilla y directa. No lloró, es un niño muy discreto y lo llevó (lo lleva) por dentro, con un cariño y un respeto digno de un hombre mayor.
El martes en el funeral de Anna, el responso de don Javier tuvo la gran virtud de cortar las lágrimas de mi esposa y darle esperanza de nuevo.
Anna fue incinerada y sus cenizas descansan cerca de la Cripta del Tercio de Montserrat.
Dos años después nos queda el dolor por su pérdida, pero nos consuela saber que habrá aprendido a caminar en el Cielo, mientras mi madre la llevaba de la mano. Nos consuela saber que la madre de mi amigo Eduardo, mi tía Eloísa le habrá cambiado los pañales y nos consuela saber que está al lado de Nuestro Señor, mientras la Virgen le canta una nana. Nos consta que está a nuestro lado y a diario le mandamos besos y la tenemos presente en todos nuestros actos. Nos consuela que a pesar de su edad, luchó como una valiente, con dignidad y sin rendirse jamás, porque quería estar con su hermano y sus padres.
Su recuerdo sigue con nosotros, PARA SIEMPRE.
T'ESTIMEM MOLT ANNA. Reposa en Pau.

1 comentario:

Anónimo dijo...

estimado amigo
me ha emocionado mucho esta bella historia de esperanza y fé.
he llorado por Anna y he rezado por vosotros.
que Dios os bendiga.

Fernando
Vila-seca (Tarragona)