martes, 22 de mayo de 2007

23 DE SEPTIEMBRE DE 1953

EL PENSAMIENTO NAVARRO

MIENTRAS EN ZARAUZ Y EN AZCOITIA SE IZABA LA BANDERA ESPAÑOLA, SIETE REQUETÉS MORÍAN ASESINADOS EN IRAETA.

EL DOMINGO SE CELEBRÓ LA CONMEMORACIÓN DEL XVII ANIVERSARIO.


En esta mañana nublada, triste de septiembre, más de un millar de antiguos requetés y "margaritas" alegraban con sus boinas el pequeño y bonito pueblo guipuzcoano de Iraeta.

Hacía exactametne diez y siete años que siete jóvenes carlistas murieron como valientes ante los fusiles rojos, que segaron su ilusión de unirse a los Tercios que avanzaban victoriosamente.

Hacía muy pocas horas que Azcoitia se había casi despoblado, y que pudieron huir de la cárcel, y gozar del camino que les llevaba a encontrarse con las tropas que ya estaban recibiendo las aclamaciones de Zarauz.

Sus hermanos, los carlistas de Guipúzcoa, no los han olvidado. Y cada año, en este veinte de septiembre, se juntan, como hoy, a rezar por ellos, a rendirles homenaje de recuerdo y de cariño.

Desde Azpeitia, Azcoitia, Cestona, Zarauz, Eibar y otros pueblos guipuzcoanos, llegaban coches y autobuses.
Azcoitia, con su alcalde al frente, el señor Mancisidor, y el ayuntamiento en pleno, y la bando municipal de música, luciendo sus boinas.
Zaurauz, con un grupo de más de cuarenta requetés, y entre ellos Francisco Larrañaga, llevando la representación del Ayuntamiento.
De Navarra, el capitán de Requetés del la compañía de Nuestra Señora del Camino, don Generoso Huarte, que combatió en muchas batallas memorables junto a los requetés guipuzcoanos del Tercio de san Ignacio formado en esta comarca.
Y así, de muchos otros lugares guipuzcoanos, haciendo que el homenaje fuera caliente, vivo, con representaciones que dicen que ni el pueblo ni las autoridades han olvidado a estos siete muchachos que asesinó la anti-España cuando se retiraba, vencida, de estos montes.
Terminada la misa, se ha formado una impresionante procesión: en dos filas los hombres, al centro las autoridades del Cabildo Parroquial, tres "margaritas" hijas de los allí asesinados llevando una ofrenda de flores, y la banda de música; detrás, como un festón de amapolas, las "margaritas".
Mientras sonaba emocionadamente en el silencio del campo recién despierto, la marcha fúnebre, la comitiva ha ido acercándose al monumento levantado allá donde los siete requetés dieron su vida.
El pueblo se ha ido colocando en las laderas del monte, dominando el lugar, que está en la unión de dos pequeños cerros, verdes y húmedos.
Las hijas de los Requetés muertos, han hecho la ofrenda de las flores, se ha rezado un responso, y después, en medo del silencio que ponía un acento de gran emoción en las palabras y en el ambiente, se han ido diciendo los nombres de los muertos, y rezando tras cada uno de ellos.
Después, con vibraciones de himno tirunfal, de canción heróica, de promesa, el Oriamendi.
Esto, ni más ni menos, ha sido en sta mañana septembrina la conmemoración del asesinato de siete requetés guipuzcoanos, ante el Monumento -una gran cruz sobre la base en la que están inscritos sus nombres y una leyenda dedicada a ellos,- en el campo de Iraeta.
No se puede describir la emoción y el color de esta fiesta hecha con oracones y recuerdos, en la que se ha congregado la flor de la familia carlista de Guipúzcoa.
Eso, habrá que figurarselo el lector que conozca el tono de estos actos en los que parece que se vive en un mundo aparte y mejor, hecho de Tradición, de Fe, de heroismom, que parecen tomar cuerpo en las palabras y en las canciones y en los rezos, trayéndonos la impresión de que vivimos en un clima alte espiritualmente, de vieja orden de caballería, de honradez y de sincera y demostrada ofrenda de vida por Dios y por la Patria.










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