miércoles, 11 de abril de 2007

¡ESTOY TAN ORGULLOSO DE SER REQUETÉ! .....



Queridísima Carmen:

He recibido una carta tuya fechada el 6 y otra el 18 en la que me felicitas ¿Cómo te lo agradezco, Carmen! No sabes el bien que hacen las cartas. Pero en las dos revelas pesimismo y eso, Carmen, ¡no! Hay que estar alegres, siempre alegres, riéndose. Fíjate que España estaba perdida; hubieras perdido toda la familia y así, exponiendo por Dios y por España la vida, (vamos a pensar lo peor), pierdes a un hermano. Aún sales ganando siete y a los padres. Pero ese, además, no lo pierdes, sino que lo salvas, pués, irá en todo caso caminito del cielo.

Tenéis un gran recurso contra los pesares que es rezar, rezar mucho y tener confianza en Dios y en nuestro triunfo. Yo, algunos ratos estoy triste por vuestra tristeza, pero como al padre ya se le pasó y es ahora a tí, estoy alegre, más alegre que en toda mi vida, porque estoy en paz con Dios y la Patria y mi orgullo es ser Requeté. Y si alguna vez pienso en cosas tristes, los compañeros de Los Arcos me alegran, sobre todo un chaval, el del harinero, que es el más valiente de todos.

Mira, como remedio a esas tentaciones, te voy a dar una fórmula estupenda. Consíguete, donde sea, unos devocionarios del Requeté y verás como se despega uno de la tierra y piensa con la vista colocada en lo Alto. Aquí sólo tenemos uno y ¡cuántas alegrías le debo a él! Y, por otra parte, me mandas todos los que puedas.

Estoy tan orgulloso de ser Requeté que si la poca valentía que tengo flaquea alguna vez ante tal o cual cañonazo, me fijo en la boina colorada y me digo: ¡Arrea! que más hacían en nuestras guerras los veteranos y habían perdido menos. Así que, Carmen, ten mucho ánimo que lo peor pasó ya, y si Dios quiere que nos volvamos a ver en Los Arcos o donde sea, te daré un abrazo tan fuerte como el que quisiera darte desde aquí este hermano que se ha familiarizado con la sufrida vida de campaña. FELIPE.


(Carta escrita el 27 de noviembre de 1936 desde el infierno de la Ciudad Universitaria donde tanto acechaba la muerte y no era para estar tan alegre como se mostraba el valiente y animoso Requeté Felipe Zurbano. Como que hizo toda la campaña y murió después de terminar la guerra).


Del libro: NAVARRA EN LA CRUZADA de Don Francisco López Sanz. Páginas 100 y 101.

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