MÁS QUE EL AJO.

Mientras los progres se dedican a criticar las acciones de los marines, nuestra sociedad traga con ello, dona sus pocos ahorros y..... es incapaz de reaccionar ante el vómito anti americano de una progresía embotada que almuerza, merienda y cena en los mejores restaurantes de nuestro país, mientras en Haití la gente se muere y en España se embelesan con los soeces comentarios y la anti cultura reinante en nuestras poderosas televisiones. Unas televisiones que violan permanentemente la legalidad vigente sobre el horario infantil, pagando multas de 25€ diarios como sanción, emitiendo esos asquerosos programas, no del "corazón", sino de las heces más repugnantes.
Me repito más que el ajo, pero tengo toda la razón.
Y sigo repitiéndome, pero ahora en clave carlista.
Todas mis simpatías y proximidades son para con la CTC, a pesar de que pueda discrepar de diversas cuestiones y aunque siga discrepando, no por ello voy a dejar de darles mi humilde apoyo y colaboración. Pero continuamos teniendo diferencias en cuanto a la cuestión monárquica, o más concretamente en quien podría o debería ser el titular legítimo de la Corona de las Españas. Decía recientemente en el Foro de la CTC, mi querido don Carlos Ibáñez lo siguiente:
"Nuestro D. Carlos VIII falleció de muerte natural. Fumaba demasiado.
Yo también estuve esperando que alguno de sus hermanos o sus sobrinos recogiese la bandera de la Tradición. No D. Antonio, primero, ni D. Francisco José, después, tomaron en serio la herencia de su Abuelo. Yo me ví dos veces con D Francisco José. Terminé olvidándome de él de tal modo que ni menteré cuando falleció en Viena.
Es una desgraca que hoy no tengamos Rey. Pero no la agravemos soñando con lo que no puede ser.
Hoy no nos queda más que defender los princpios de la Tracición, los únicos que pueden devolver a España su grandeza, huérfanos de monarca. Posibilidad que ya apuntó D. CArlos VII en su Testamento Político. Estamos en el 2010 y volver a las polémicas de 1950, entre carlistas, no sirve para nada. La historia para los historiadores. Para nosotros la acción política para la salvación de España."

Y desde la discrepancia, pero con todo respeto, debo decir que efectivamente no debemos caer en el error de buscar puntos de fricción o enfrentamiento entre los carlistas, pero está claro que nuestro último rey legítimo es don Javier I, no don Carlos Pío. A partir de ahí todos conocemos lo que ha ocurrido con sus hijos, pero no debemos obviar que don Javier tiene nietos y que en ellos reside la legitimidad para convertirse en rey de los carlistas. Evidentemente algo se está moviendo en la relación entre don Sixto y don Carlos Hugo, que puede acabar traduciéndose en una reconciliación y el reconocimiento de la legitimidad dinástica en uno de sus hijos, bien sea don Carlos Javier o en don Jaime, en quien particularmente recaen mis simpatías, por su trayectoria personal.
Me sigo repitiendo más que ajo, pero debo reiterar que debemos llevar a cabo la consecución total de nuestro cuatrilema por coherencia ideológica, aún con más motivo, existiendo un punto de encuentro en el conflicto dinástico que padecemos y una posibilidad de solución. Desde el punto de vista político y práctico, tenemos la necesidad de una figura que lidere nuestra Causa, porque un comité, una junta de gobierno o un grupo de amigos no pueden cohesionar el apoyo necesario para nuestra supervivencia política, como si puede hacerlo la figura de un príncipe carlista, comprometido con la pesada carga que supone ser el depositario de la legitimidad y la Tradición de las Españas.
Algo se mueve en la casa Borbón Parma, algo se hunde en los antiguos seguidores del socialismo autogestionario de don Carlos Hugo y algo se cuece en el Carlismo; donde la Comunión Tradicionalista Carlista no puede ni ser obviada, ni estar ajena a los hechos.
Los carlistas no podemos permitirnos tener la misma actitud que los políticos liberales europeos, perdiéndonos en comisiones políticas, en juegos de palabras, conceptos y otra serie de chorradas, es decir, no podemos seguir perdiendo más tiempo del que ya hemos consumido. Tenemos por delante, no solo la entronización del legítimo Rey de la Españas, sino la prioridad de dar a nuestra Patria aquello que ha perdido, que es mucho, desde la dignidad hasta la unidad; desde la cultura hasta la educación, desde la ley hasta el orden y desde el buen gobierno hasta el "desaborregamiento" de una sociedad en la que aún quedan muchos carlistas que o no nos conocen o no quieren conocernos.
Me repito más que el ajo, si; pero necesitamos una puesta a punto. Modernizarse no significa perder ni obviar, ni mucho menos olvidar la Tradición. En si misma, la Tradición supone la modernización constante, teniendo como base unas profundas y fuertes raíces en Dios, la Patria, los Fueros y el Rey.
1 comentario:
Reconozco para empezar mi "tronovacantismo" en la linea de lo que expresa Carlos Ibañez, y de la que tú mismo expresas en el sentido de que un rey no puede ser elemento de división entre carlistas.
Dicho lo cual me gustaría pedirte que nos dieras más datos sobre D. Jaime sobre quien no conozco absolutamente nada.
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