jueves, 31 de mayo de 2007

BANDERA DE LA VENDÉE

UNA BANDERA DE LA VENDÉE ENLA COLECCIÓN VALEZTENA
Por Luis Sorando


Hace escasas fechas y gracias a la mediación de mi amigo de Bilbao, D. Víctor Sierra, pude satisfacer uno de los sueños de cualquier vexilólogo: ver la colección de banderas de la familia Valeztena en Pamplona, sin duda la mejor de las privadas existentes en nuestro país. Esta colección recoge casi todos los fondos del ya disuelto “Museo de Recuerdos Históricos Carlistas” (Pamplona) y, pese a que desde hace algunos años varias de sus mejores piezas (3 estandartes, 21 banderas y 4 banderines de las Guerras Carlistas) permanecen en poder del Partido Carlista en Tolosa, aún son muchas las banderas que continúan, con más voluntad que medios, en poder de esta familia.



Actualmente serán 27 banderas, 3 estandartes y 3 banderines de las Guerras Carlistas y un número bastante superior de banderas de grupos tradicionalistas de comienzos de este siglo y de unidades de Requetés de la Guerra Civil (como prueba de su riqueza baste decir que todas las aparecidas en el artículo “Banderas de los Requetés Navarros” –BANDERAS nº 22- pertenecen a esta colección). Igualmente hay un número indeterminado de banderas republicanas, tomadas por los requetés, y varias banderas diversas, como una faz de la de los Voluntarios Realistas de Navarra (la otra se encuentra en el “Palacio del Reino de Navarra”), la de los voluntarios de 1793 o una interesantísima bandera de los Realistas de la Vendée.

En sucesivos trabajos iremos dando a conocer estos fondos, pero en esta ocasión nos ocuparemos sólo de la más antigua de sus piezas: la bandera de la Vendée.

NOTICIA HISTÓRICA

Tras el triunfo de los revolucionarios en Francia y la muerte en la guillotina del rey Luis XVI y de su esposa María Antonieta, se produjo en la región de la Vendée un levantamiento monárquico rural, encabezado por los nobles de la comarca, que desembocaría en dos cruentas guerras civiles (marzo 1793/febrero 1795 y junio 1795/marzo 1796) en las que los chuanes, que así eran llamados estos realistas, combatieron bajo el lema “Vive le Roi” y con amuletos casi idénticos a los de después famosos “detentes” de los carlistas españoles. Estas guerras finalizaron por la violentísima represión de las llamadas “Columnas Infernales”, que destruyeron multitud de pueblos de la Vendée y con la ejecución de su líder, Charette.

Uno de estos “chouanes” o “loyalistes” ocultó una de sus banderas en un castillo medio derruido (según palabras de Valeztena), hasta que, años después, su nieto acudió a España para alistarse en las filas de Carlos VII, trayendo con el dicha enseña.

Un estudio detenido de la misma nos permite asegurar que su autenticidad está fuera de toda duda y que su estado de conservación es relativamente bueno.

Un tafetán blanco sencillo, mide p3x112cm y está rodeado de fino fleco dorado. Está bordado simultáneamente a dos caras, por lo que las letras aparecen invertidas en el reverso, conforme a la costumbre de la época. En su centro aparece una corona de laureles en su color natural, atada por una cinta celeste y, dentro de ella y en caracteres dorados VIVE LE ROI; entre las dos puntas de dicha corona figura una flor de lis, también dorada, de la que parten ocho pequeños haces de rayos y ocho estrellas de cinco puntas. A ambos lados de la corona una gran lis dorada y otra en cada uno de los ángulos del paño. Prendidas al paño se conservan dos pequeñas corbatas, una blanca y la otra ¿lila?, sin lazadas y con fleco dorado; lamentablemente han desaparecido el asta y la moharra.



Miscelánea
Fernando Vizcaíno Casas: “LAS AUTONOSUYAS”


Editada por Planeta, esta novela pone en clave de solfa las peculiares opiniones del autor sobre el proceso de transición en España y, específicamente, en lo relativo al mayor o menor fundamento histórico de algunas tentativas autonómicas, que ejemplariza en la inventada Región Serrana.

Después de adoptar como lengua autonómica el “farfullo” (consistente en sustituir las “p” por “f”, aborda el Consejo el tema de la bandera:

- Yo he pensado –explicó el Consejero de Hacienda y Trabajo- que como nuestra nacionalidad es serrana y en la sierra nieva mucho (o por lo menos debía nevar mucho) nuestra bandera ha de ser blanca…

Hubo murmullos aprobatorios; pero el Consejero de Justicia, decidido a incordiar, alegó:

- Eso se presta a cachondeo. Cada vez que enarbolemos la bandera blanca, dirán que nos estamos rindiendo…

- Los dos tenéis razón –concilió el Honorable-. Fero fuede encontrarse una solución intermedia. Lo del blanco no me farece mal; aunque habrá que colocar un escudo en el centro, fara evitar la interpretación, muy sensata, que tú dices.

- El escudo de la nacionalidad…

- Pero es que aún no lo hemos escogido…

- Pensemos en algo que tenga que ver con nuestro territorio… Algo típico…
- El ganado –propuso muy a lo bestia, el Consejero de Asuntos Exteriores.

- No querrás que pongamos unos cuernos en el escudo, chalao…
- ¿Y una vaca entera?

El pitorreo fue mayúsculo.

- Lo que podía quedar muy aparente son dos esquís cruzados –propuso el Eminente de Asuntos Exteriores-. Y también resulta un objeto típico de aquí…

- Me gusta –celebró el Honorable-. Dos esquís cruzaos, con una corona encima…

- ¿Qué clase de corona?

- Ya lo fensaremos; fero una corona siempre queda bien ahora…

De una sola tacada se aprobaron, pues, la bandera y el escudo de la Nacionalidad Serrana.


Transcripción literal del documento recibido.

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